domingo, 16 de julio de 2006

DEVOCIÓN AL MONTE CARMELO


Terminado el mes de junio, asoma una de las devociones más arraigadas en tierras almerienses: la Virgen del Carmen. Una Madre Capitana de tantos marineros que vagamos por el mundo, Patrona de marineros, está presente en los cantos de guerra de las cubiertas, consuelo de tantas familias que viven el desconsuelo.

La Virgen del Carmen ha sido invocada por nuestras madres, abuelas…etc. Su Escapulario es amparo, es una parada en el camino de cada uno, tantas veces amenazada por tempestades.

Aquella pequeña nube que divisó Elías sobre el Monte Carmelo, mientras esperaba una respuesta de Dios, aquella pequeña nube, se identificó rápidamente con una aparición de la Virgen María.

Si continuamos leyendo, más adelante, en el capítulo primero de los Reyes, veremos como Elías busca a Dios. Oye un viento y piensa que Dios estaba en el viento, pero Él no estaba en el viento, después vino un terremoto, pero tampoco estaba Dios en el terremoto, vino el fuego y tampoco en el fuego habitaba Dios. Finalmente, Elías percibió una brisa y Dios estaba en la brisa, y desde la brisa le habló.

Volviendo al mes de julio, no hace falta que llegue la Virgen del Carmen para acordarse de Ella. Cada día y en cada momento en su capilla hermosa de San Sebastián nos consuela.

Por eso creo en Ti, Madre del Carmen, porque iluminas mi vida, eres mi alivio mi descanso del día a día. Creo en tu Hijo, Señor y Padre Nuestro, Niño Hermoso, Salvador del mundo. Y tu Reina de las Huertas, Carmelitana Bella, haznos ver que la vida que nos diste, es una cosa tan hermosa como Tu Rostro.

Cuando la procesión de este mes de julio regrese a San Sebastián, la miraré y diré firmemente: “Creo en Ti, Señora”.

Germán Fernández Serrano
Hermano de la Hermandad