domingo, 16 de julio de 2006

EL ESCAPULARIO DE LA VIRGEN DEL CARMEN- CAPITULO IV

Vivimos en un mundo hecho de realidades materiales llenas de simbolismo: la luz, el fuego, el agua…

Existen también, en la vida de cada día experiencias de relación entre los seres humanos, que expresan y simbolizan cosas más profundas, como el compartir la comida (signo de amistad), participar en una manifestación masiva (signo de solidaridad), celebrar juntos un aniversario nacional (símbolo de identidad).


Tenemos necesidad de signos o símbolos que nos ayuden a comprender y vivir hechos de hoy o de ayer, y nos den conciencia de que somos como personas y como grupos.

Los signos en la vida cristiana

Jesús es el gran don y signo del amor del Padre. Él estableció la Iglesia como signo e instrumento de su amor. En la vida cristiana hay también signos. Jesús los utilizó: el pan, el vino, el agua, para hacernos comprender realidades superiores que no vemos ni tocamos. En la celebración de la Eucaristía y de los Sacramentos (Bautismo, Confirmación, Reconciliación, Matrimonio, Orden Sacerdotal, Unción de los Enfermos) los símbolos (agua, aceite, imposición de las manos, anillos) expresan su sentido y nos introducen en una comunicación con Dios, presente a través de ellos.


Además de los signos litúrgicos, existen en la Iglesia otros, ligados a un acontecimiento, a una tradición, a una persona. Uno de ellos es el Escapulario del Carmen.


El escapulario. Un signo Mariano

Uno de los signos de la tradición de la Iglesia, desde hace más de siete siglos, es el Escapulario de la Virgen del Carmen. Es un signo aprobado por la Iglesia y aceptado por la orden del Carmen como manifestación externa del amor a Maria, de confianza filial a Ella y como compromiso de imitar su vida.

La palabra “Escapulario” indica un vestido superpuesto, que llevaban los monjes durante el trabajo manual. Con el tiempo se le fue dando un sentido simbólico: el de llevar la cruz de cada día, como discípulos y seguidores de Jesús.

En algunas órdenes religiosas, como en el Carmelo, el Escapulario se convirtió también en signo de su manera de ser y de vivir.

El Escapulario pasó a simbolizar la dedicación especial de los carmelitas a María, la Madre del Señor y a expresar su confianza en su protección maternal; el deseo de imitar su vida de entrega a Cristo y a los demás. Se transformó en un signo mariano.

El Escapulario es un signo poderoso del amor y protección maternal de Maria y de su llamada a una vida de santidad y sin pecado.

Usar el escapulario es una respuesta de amor a la Madre que vino a darnos un regalo de su misericordia. Debemos usarlo como recordatorio de que pertenecemos a Ella, que deseamos imitarla y vivir en gracia bajo su manto protector.

Antonio Lorenzo Pérez Yglesias
Vocal de Cultos